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Seis características que debe tener un boletín electrónico exitoso

Compartimos con ustedes un informe acerca de las características que debe tener un boletín electrónico para ser exitoso. Realizado por Georgina Sturla - Jhuliana Uzcategui y publicado en su blog en la red social www.dircomsocial.com

El email, actualmente, se ha convertido en la principal herramienta que tienen las empresas para comunicarse constantemente y de forma directa con las demás personas.

Diariamente, se envían una gran cantidad de correos; lo que hace que se transforme en un medio idóneo para que las organizaciones puedan gestionar la relación con sus clientes mediante la captación, el desarrollo y la fidelización de los mismos.En este sentido, los boletines electrónicos son publicaciones periódicas que se envían por email a través de Internet de forma masiva y que tratan sobre uno o varios temas de interés para sus audiencias. Entre los principales usos; están: publicidad, mercadeo, invitación a eventos, promociones, encuestas, notificaciones, información corporativa, noticias, cobranzas, etc.


A continuación, se exponen las características más importantes que debe poseer un boletín electrónico para que sea exitoso y el mensaje logre transmitirse efectivamente:

* Es autorizado: es imprescindible pedir permiso a los clientes para poder obtener las direcciones de correo electrónico y así construir listas certificadas que aprueben las comunicaciones enviadas por la empresa; de lo contrario, se corre el riesgo de ser catalogado como Spam y de crear una percepción negativa de la marca.

* Tiene una frecuencia apropiada: No se debe saturar este medio con una gran cantidad de comunicaciones; ya que el destinatario de dichos mensajes puede sentirse bombardeado, causando el efecto contrario. Lo recomendado es enviar 2 boletines mensuales; pudiendo enviarse un tercero con información que genere bienestar al receptor.

* Está muy segmentado: En base a la información demográfica y a los estudios de hábitos de consumo, se pueden hacer segmentaciones en las listas de contactos con el fin de que el contenido sea de mayor relevancia e interés para los públicos de la organización.

* Posee un título adecuado: El título es muy importante debido a que determina que un boletín sea leído o no. Para que sea efectivo; debe: plasmar la idea principal, tener una extensión menos a 50 caracteres, llamar la atención y atraer a la persona que lo está leyendo.

* El remitente es real: La empresa que obtuvo la autorización para enviar el boletín debe ser la que esté como remitente en el email que se va a enviar; manteniendo así, el mismo nombre para que la persona que recibe la comunicación pueda reconocerlo más fácilmente.

* El contenido es acertado: El boletín debe contener un mensaje que sea coherente, claro y sencillo. La información debe ser lo suficientemente oportuna y pertinente como para generar valor agregado y diferenciación con respecto a la competencia.

Reputación corporativa: comunicando actitudes

Compartimos con uds. el siguiente artículo del consultor en comunicación Ramón Prats extraído de www.marketingcomunidad.com

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La innovación de las empresas es una de las principales fuentes de diferenciación y valor añadido, que tendrán su reflejo en su reputación corporativa. Es por ello que debe diseñarse una comunicación estratégica que acompañe a nuestras actividades potenciando, y permitiendo transmitir, nuestras actitudes. Y esto resulta fundamental por un motivo muy sencillo: sin actitudes, no hay ideas. En estos aspectos, la comunicación estratégica tiene mucho que aportar, mediante una correcta estrategia de definición y diálogo con los stakeholders. Para ello, debe formar parte del diseño de la estrategia general, poniéndose al servicio de los objetivos globales, y actuando como mecanismo conector entre todos los niveles de la actividad.

La comunicación debe determinar sus funciones respecto a unos públicos objetivo, tanto internos como externos, que desarrollarán determinadas actitudes frente a los mensajes recibidos. Según la teoría funcionalista de las actitudes de Daniel Katz, destacado psicólogo social, éstas son determinadas por las funciones que cumplen para los otros, reforzándolas cuando son útiles para alcanzar sus objetivos o para dar respuesta a sus necesidades. Si consideramos estos aspectos, podemos establecer ciertos paralelismos entre las funciones de las actitudes de las personas, y las que las organizaciones desarrollan a lo largo de su ciclo vital. En primer lugar, las empresas buscan obtener beneficios y evitar las pérdidas, alineando su actividad con el yo simbólico que las define, una construcción compartida y coherente con la misión, la visión y los valores que marcan su naturaleza y definen su cultura. Del mismo modo, promueven las actitudes que favorezcan su conservación, intentando evitar las incoherencias o los aspectos que consideran inaceptables con la naturaleza de sus actividades. En tercer lugar, buscan los modos óptimos para poder expresar de forma positiva sus valores centrales, que se ven reforzados interna y externamente. Y por último, intentan establecer marcos de referencia que permitan reducir la incertidumbre y otorgar sentido a los sucesos del entorno, para poder tomar las decisiones adecuadas en los distintos escenarios en los que se vean inmersas.

De forma general, podemos considerar que el cambio actitudinal se produce cuando dichas actitudes ya no pueden dar respuesta a las nuevas necesidades que se plantean, o bien a las expectativas generadas. Tanto las empresas como sus grupos de interés se hallan en un proceso de cambio permanente, de adaptación a realidades que crean de forma conjunta, retroalimentándose mutuamente y redefiniéndolas. Las actitudes son la fuente de la innovación, pensamos que no puede haber ideas sin una actitud positiva y una motivación subyacente. Del mismo modo, la innovación es un catalizador fundamental en el crecimiento de las empresas y, a nuestro parecer, una de las grandes bazas a la hora de generar actitudes, tanto proactivas para nuestras actividades, como favorables frente a ellas. Es cierto que las ideas son uno de los principales activos de los que se nutre la innovación empresarial. Pero resultaría temerario afirmar que no depende de otros factores para convertirse en algo efectivo, puesto que una idea interesante no implica necesariamente una buena oportunidad de generar un valor añadido: aquí es donde entra en juego la gestión, el saber qué hacer con el material ‘bruto’, apoyada en una bien definida estrategia de comunicación que lo impulse tanto hacia dentro como hacia fuera de la empresa, y que debe acompañar la generación de sinergias.

La reputación corporativa es el conjunto de percepciones que tienen sobre una organización sus grupos de interés, tanto internos como externos, constituyendo un elemento fundamental en el rumbo de sus actividades y en su posicionamiento de marca. Las acciones desarrolladas a lo largo de su historia, y el valor aportado a los mencionados stakeholders, determinarán la reputación. El trabajo de la comunicación en este aspecto es el de participar en la gestión de la realidad de la compañía, y trabajar para conseguir que se perciba dicha gestión; por descontado, las actitudes que consigamos fomentar son los pilares fundamentales sobre los que asentar la reputación. Por tanto, tras las decisiones de corte estratégico debe existir un de diálogo con los stakeholders de la compañía, y un buen alineamiento con la naturaleza de sus actividades.


Link directo al PDF completo:
http://www.commo-consulting.com/data/pdfcastellano/8eb28b_Commonsense-N7-reputacion-actitudes.pdf